La verdad oculta sobre el almacenamiento de tu Pixel
Desde hace tiempo, sabemos que el almacenamiento que se nos promete en los teléfonos no siempre es real. Es un compromiso más o menos aceptado: parte de ese espacio está destinado a aplicaciones del sistema y al propio funcionamiento del teléfono. Sin embargo, la situación ha empeorado últimamente, y nosotros, los usuarios, estamos cansados de pagar por características que nunca utilizamos.
Imagina esto: tienes un Google Pixel, uno de esos teléfonos que presume de lo último en tecnología. Pero cuando revisas tu almacenamiento te llevas una sorpresa desagradable. Si miras bien en la configuración, verás una aplicación llamada AICore ocupando nada menos que 6.73GB. ¿Y qué es eso? Pues una app que maneja inteligencia artificial para otras aplicaciones… ¡pero tú ni siquiera la necesitas! Todo esto sin mencionar las actualizaciones constantes que solo parecen engordar más ese espacio ya reducido.
El peso de las aplicaciones innecesarias
Aparte de AICore, hay otras aplicaciones como Magic Cue y Device Intelligence que también roban espacio sin aportar realmente algo útil a nuestra experiencia diaria. ¿Por qué debería tener 1.06GB ocupado por algo que solo ofrece sugerencias cuestionables? Y lo peor es que al intentar liberar espacio borrando cachés, resulta ser un esfuerzo en vano porque esas apps vuelven a ocupar su lugar rápidamente.
Soluciones costosas y poco prácticas
Parece haber una solución sencilla: comprar el modelo con mayor capacidad. Pero claro, eso significa soltar otros $100. Así nos encontramos atrapados entre un dilema: ¿aceptar los precios inflacionarios o aprender a vivir con menos espacio? Lo más frustrante es pensar en cómo Google podría ofrecernos opciones para habilitar o deshabilitar funciones AI según nuestras necesidades reales.
Así que aquí estamos, lidiando con una situación donde el almacenamiento parece escaso y las soluciones son simplemente demasiado caras. Al final del día, quizás deberíamos confiar más en la nube para guardar nuestras fotos y no llenar nuestro dispositivo con música. En este juego de marketing y tecnología, somos nosotros quienes terminamos pagando el precio más alto.


